Tras arrasar con «Los Miserables», el grupo sevillano Tomateatro vuelve a agotar las localidades con su último musical, «Annie». Premiado en varios certámenes nacionales, reúne un elenco de cuarenta actores que nada tienen que envidiar a sus homólogos de Broadway y que se representa durante el mes de diciembre en el colegio Santa Ana de Los Remedios

Contrariamente a lo que muchos piensan, el fenómeno de los musicales en España no tiene más de cuarenta años y surgió, como tantas otras cosas, en el ámbito aficionado. Antes de la transición, las comedias salpicadas de canciones se titulaban «revistas», y contenían argumentos básicamente sentimentales con una pizca de picante y mucha, mucha lentejuela. Dicho formato, que comenzó a evolucionar rápidamente durante la época del «destape», dio paso a modelos importados de fuera aunque de manera intermitente; caso de Jesucristo Superstar, Godspell o Hair. En ese sentido, los grandes pioneros del musical norteamericano en nuestro país fueron un grupo de jóvenes madrileños afincados en un colegio religioso: los Salesianos de Atocha. Y es que al margen de Camilo Sesto y Ángela Carrasco, y a diferencia de nuestros hermanos mexicanos y argentinos, títulos como West Side Story, Oliver o Cats no se adaptaron al castellano hasta principios de los noventa, siendo aquellos seguidores de Don Bosco los responsables de llevarlo a cabo.

 

Un fenómeno imparable

Una escena de «Annie. Una huérfana con suerte». Fotografías Paco Pérez

Tras estos primeros acercamientos al género en España, la historia comenzó a cambiar definitivamente en 1999, cuando un gigante como Disney decide alquilar un teatro en Madrid, el mítico Lope de Vega, para entrenar La Bella y la Bestia. Ni que decir tiene que el éxito fue arrollador, y gracias a ello los grandes títulos comenzaron a sucederse a lo largo del nuevo siglo. La Gran Vía fue apodada el «Broadway madrileño», y tras el clásico infantil llegaron joyas como El fantasma de la ópera, My Fair Lady, Cabaret, Mamma Mia, Chicago o El Rey León. Un fenómeno imparable que se fue contagiando al resto del país y que animó a ciertos empresarios a engendrar musicales de producción propia —véase Hoy no me puedo levantar de Nacho Cano—. Sin embargo, la dificultad de llevar a cabo estas costosas empresas —la crisis y el aumento del IVA supuso una losa para las producciones estrenadas entre 2010 y 2015— provocó que las inversiones descendieran considerablemente, haciendo temblar al género. El mediano y pequeño formato fueron sustituyendo progresivamente a los grandes montajes, y las giras aumentaron en fechas y plazas para amortizar gastos. Es entonces cuando vuelven a brotar propuestas en las academias de teatro amateur, las asociaciones y los barrios.

 

«Milagro» en Los Remedios

Tomateatro, la escuela de teatro del colegio sevillano Santa Ana, pronto se unió a esta moda, y tras representar con éxito montajes puramente textuales como La venganza de don Mendo, Maribel y la extraña familia o Don Juan Tenorio, deciden embarcarse en su primer proyecto musical en 2014. Así nace uno de los mejores títulos de todos los tiempos: Los Miserables. Su director, Gustavo A. García, profesor de Educación Física, llega a poner dinero de su propio bolsillo para cumplir su sueño; mientras que la producción, pese a ser modesta, supera con creces las expectativas de crítica y público. La prensa local se hace eco de este auténtico «milagro» en Los Remedios, y mientras las funciones se amplían una y otra vez, el montaje da el salto a otras provincias, obtiene reconocimientos y llega incluso a alzarse con el título de «mejor musical amateur de España». Tras este huracán de éxito, Tomateatro decide tomarse un respiro y busca reciclarse con Hacerse el sueco, una divertida comedia de situaciones estrenada en 2016 que se mantiene dos temporadas en cartel. Pero la semilla del musical vuelve a germinar en la primavera de 2018, cuando Annie irrumpe en el recinto de la calle Padre Damián para deleite de todos sus fans.

Una niña de once años

Annie. Una huérfana con suerte es la adaptación escolar y al castellano del libreto de Thomas Meehan, quien estrenase el original en Nueva York a finales de los años setenta. Un montaje que bebe de su homólogo americano y cuya primera versión en nuestro país se remonta a 1981, cuando Juan José Alonso Millán la subió a las tablas del Teatro Príncipe de Madrid. Luego vendría la aventura de 2000 en el Teatro Apolo —con Leire Martínez, la vocalista de La oreja de Van Gogh, y Paco Arrojo de La Voz— y la de 2010 en el Nuevo Alcalá. Aunque, si por algo destaca la apuesta de Tomateatro es por su reparto intergeneracional; donde podemos ver en escena tanto a actrices pequeñas como a actores veteranos. Su argumento nos presenta a Annie, una niña de once años que vive en un orfanato regentado por la malvada señorita Hannigan. Por azar, la huérfana entra en la vida del millonario Oliver Warbucks, quien, aunque en un primer momento se muestra contrariado por la intrusión, poco a poco comienza a tomarle afecto e incluso se presta a ayudarle a encontrar a sus verdaderos padres. Con música original de Charles Strouse y canciones de Martin Charnin, la Annie del colegio Santa Ana—que estará en escena los días 22, 23, 28, 29 y 30 de diciembre— posee todos los ingredientes para enganchar al público. A saber, una historia conmovedora, una producción encomiable y unas interpretaciones fantásticas.

 

Cuarenta actores sobre el escenario

El musical se representa durante el mes de diciembre en el colegio Santa Ana de Los Remedios.

En este sentido cabe destacar el trabajo de sus protagonistas, desde los excelentes Patricia Berbel y Gustavo García —además de asumir los roles de Grace y Warbucks firman la dirección de la obra— hasta las niñas que se turnan en el papel de Annie —Ana Ruiz, Marta González y Clara de la Herrán—. Eso por no hablar del agradecido personaje de la señorita Hannigan, interpretado por la dupla María José Díaz-María Gandiaga, y de los estupendos Juan Carlos Mancebo como el presidente Roosevelt, Julio Barranco como el policía o la divertida pareja formada por Ángel Lázaro y Marta Reina en los roles de Gallito y Lily. Un elenco en estado de gracia al que pone la guinda la perrita Topi, haciendo las delicias de los más pequeños. Aunque si hemos de resaltar algo de este brillante espectáculo de ciento cuarenta minutos es sin duda el trabajo coral de sus miembros, lo que nos permite disfrutar de números ambientados en la Nueva York de los años 30 como Esto no es vivirtanto las voces infantiles como la coreografía son maravillosas—, No serás huérfana nunca más o N.Y.C. Logros que no serían posibles sin el apoyo de muchas almas que, desinteresadamente, han contribuido en materia de vestuario, decorado, maquillaje, peluquería, diseño gráfico o atrezzo. Pues no olvidemos que, tras las luces y el brillo de esta asombrosa Annie se esconde un proyecto educacional y humano de primera magnitud que es un modelo a seguir para el día de Mañana.