Con «Los señores del tiempo» (Planeta), Eva García Sáenz de Urturi cierra su trilogía ambientada en la capital de Euskadi. Un fenómeno de ventas que ya supera los 700.000 ejemplares y cuyos derechos han sido adquiridos por varios países. En otoño de 2019 llegará a los cines la adaptación de su primer volumen, «El silencio de la ciudad blanca»
En la primavera de 2016, una novela ambientada en Vitoria titulada El silencio de la ciudad blanca (Planeta) revolucionó el mercado literario a fuerza de enganchar tanto a amantes del thriller como a lectores profanos con su trama envolvente. Una de esas que no consigues olvidar durante mucho tiempo. Y es que su autora, Eva García Sáenz de Urturi —prácticamente desconocida hasta entonces— no solo supo hilvanar una serie de crímenes en lugares monumentales de su ciudad natal, sino que consiguió poner de acuerdo incluso a los críticos merced a un ritmo trepidante y un acertado retrato de los personajes. No en vano, su adictivo juego de intriga logró colarse en el top ten de los libros más vendidos en España, únicamente superado por colosos como Ildefonso Falcones (Los herederos de la tierra), Paula Hawkins (La chica del tren), Fernando Aramburu (Patria), Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus) y los entorchados del Premio Planeta, Marcos Chicot (El asesinato de Sócrates) y Dolores Redondo (Todo esto te daré). Visto el resultado, y como viene siendo habitual en los últimos tiempos, el gigante de las letras no tardó en encargarle un par de volúmenes más para convertir el éxito en trilogía. Así surgió Los ritos del agua, novela publicada justo al año siguiente que, si bien supo mantener el tono de la primera —algunos pasajes eran incluso superiores—, no logró convencer a tantos lectores. De un modo u otro, sumando esta nueva entrega, Sáenz de Urturi consiguió acceder al selecto club del medio millón de ejemplares facturados, llegando a ampliarse las ventas hasta las setecientas mil copias en dos años. Un lujo al alcance de pocos al que se une la reciente adaptación cinematográfica del primer tomo, que verá la luz en otoño de 2019 con actores de la talla de Javier Rey, Manolo Solo, Pedro Casablanc, Belén Rueda o Aura Garrido.
Ecos de Poniente
Con Los señores del tiempo, la escritora vitoriana aspira a rematar la faena y redondear la cifra, de ahí que haya puesto toda la carne en el asador. De inicio, la tercera parte de la trilogía de La ciudad blanca nos plantea una historia dividida en dos partes. Por un lado una trama ambientada a finales del siglo XII que nos permite conocer Nova Victoria, la ciudad amurallada que sucedió a Gasteiz, y en la que conoceremos los antecedentes de gran parte de los apellidos que salpican la saga; y por otro las consabidas muertes que todo seguidor de Unai López de Ayala, alias Kraken, espera encontrar y aun resolver, tras devorar las más de 400 páginas con las que cuenta la obra. A priori, un menú atractivo y bien emplatado con el que disfrutar y relamerse, que si bien cumple las expectativas en su metaliterario arranque —el argumento nos presenta a Unai y a su familia asistiendo a la presentación de una novela titulada precisamente Los señores del tiempo—, a medida que va avanzando pierde parte de la fuerza inicial, como toda la saga en sí. Esto no quiere decir que estemos ante un ejercicio menor, ni mucho menos. Por el contrario, Eva García Sáenz despliega todo su arsenal para recrear una época histórica clave para el desarrollo social y económico de Álava —el apartado medieval, que por momentos nos recuerda a grandes títulos de la ficción como Los Pilares de la Tierra o Juego de Tronos, es, probablemente, lo más logrado de la ficción—. E incluso se esfuerza por convencer al lector de que los personajes contemporáneos han evolucionado en estos tres años. Pero por desgracia tenemos la sensación de que la historia no fluye todo lo bien que debiera, que Unai no brilla con la misma intensidad que en las dos primeras entregas y que Estíbaliz o Germán se diluyen lentamente hasta el punto de desaparecer por completo. Eso por no hablar de la subcomisaria Alba, cuyo papel de madre le permite madurar en consonancia con los acontecimientos, pero que en conjunto resulta infrautilizada.
Un final digno
A favor de la autora hemos de decir que la presión mediática y la campaña de marketing —ambas brutales— no han impedido que su propuesta vea la luz en un tiempo récord, que su cuidada estructura luzca como en las dos primeras partes, o que sus capítulos cortos, modelo cliffhanger, nos aten al placer de la lectura con sorprendente eficacia. Si bien notamos una excesiva reiteración en determinados aspectos (el inspector López de Ayala se esfuerza en huir de su propia leyenda demasiadas veces a lo largo del libro), así como cierta necesidad de atar cabos por «exigencias» del guion —los gemelos Ortiz de Zárate nos recuerdan a esos futbolistas de élite que son alineados en sus equipos a la fuerza, pese a no estar plenos de forma—. Suerte que Ramiro Alvar, la gran aportación de Los señores del tiempo, posea los ingredientes necesarios para hacernos reflexionar al margen del juego, o que el abuelo Santiago acuda al rescate en los momentos cruciales, logrando elevar el tono con su sola presencia y confirmando que las buenas novelas, al margen de las cifras, son aquellas que consiguen tocarnos la fibra. De este modo, si tuviésemos que poner una nota del 1 al 10 seguramente nos inclinaríamos por el 7, pues no se puede decir que Los señores del tiempo no contenga lo necesario para firmar un final digno. Por lo que tras un primer volumen sobresaliente y una continuación bastante a la altura, la Trilogía de la Ciudad Blanca lograría un más que merecido notable.