Sergi Belbel, responsable de éxitos como «Después de la lluvia», regresa al Lope de Vega con «Si no te hubiese conocido», drama romántico con toques de fantasía, cuya pareja protagonista posee los rostros de Unax Ugalde y Marta Hazas
¿Nuestras vidas están predeterminadas por un destino o somos nosotros quienes, con las decisiones que vamos tomando, acabamos definiendo la senda de los acontecimientos? ¿Si pudiéramos viajar hacia atrás en el tiempo y modificar aquella opción elegida, seríamos los mismos que en la actualidad o esas otras elecciones nos habrían convertido en personas distintas? ¿Existe realmente una realidad paralela para cada una de las decisiones que hemos desestimado en la vida? Estas son algunas de las muchas preguntas que nos plantea el dramaturgo Sergi Belbel en su regreso a los escenarios, tras siete años de silencio creativo. Con producción del Centro Dramático Nacional y Octubre Producciones, Si no te hubiese conocido narra la historia de Eduardo, un hombre de éxito en el mundo empresarial, cuya esposa, Elisa, fallece en un accidente provocado involuntariamente por él. A partir de ese momento, Óscar y Clara, sus dos mejores amigos, hacen lo imposible por ayudarle a superar el duelo, pero todo resulta en vano. Hundido por la culpa y destrozado por la pérdida, Eduardo opta por sumergirse en un océano de ensoñaciones que le trasladen a ese pasado remoto donde, una vez, descubrió a su gran amor. Pero no con idea de abrazarla ni de volver a estar juntos, sino más bien todo lo contrario. Su plan consiste en evitarla a toda costa, para, de esa forma, poder salvarle la vida.
Richard Matheson en la memoria
Concebida como una «fantasía romántica cuántica en once escenas y un epílogo», según reza el programa de mano, Si no te hubiese conocido trata del amor «como único elemento, única realidad, más allá del tiempo y del espacio», en palabras del propio autor. Una pasión inmortal y casi fabulosa —«Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama», según Musset—, que desafía las leyes de la física y que, inevitablemente, nos lleva a pensar en referentes de la cultura pop, tanto literarios como cinematográficos. El primero y más influyente es el escritor norteamericano Richard Matheson, fallecido en 2013 y responsable de obras clave de la literatura de ciencia ficción como El hombre menguante, Más allá de los sueños o Soy Leyenda; todas novelas de éxito llevadas al cine. Precisamente de su pluma salió en 1975 una de las historias de amor más hermosas jamás escritas, En algún lugar del tiempo, cuyo protagonista, Richard, posee puntos en común con el personaje de Eduardo, especialmente en lo relativo a sus obsesiones y fórmulas para trasladarse al pasado. Puede que alguno conozca la adaptación cinematográfica de 1980, dirigida por Jeannot Szwarc y con guion del propio Matheson. Una cinta injustamente olvidada —hoy se considera de culto— cuyos papeles principales corrieron a cargo de Christopher Reeve —en la cresta de la ola por Superman—, y la gran Jane Seymour —la inolvidable doctora Quinn—. ¿Recuerdan por casualidad cómo se llamaba su personaje? Yo se lo diré: Elise.
Cien coordinados minutos
Otros títulos que parecen sobrevolar la propuesta de Belbel son Replay, de Ken Grimwood —traducida al español como Volver a empezar—, y Si pudiera volver atrás, del francés Marc Levy, ambos con la particularidad de saber combinar con acierto el tema romántico y los viajes en el tiempo. No obstante, y pese a sus claras conexiones con los mencionados títulos —amén de otros prefabricados a mayor gloria de Hollywood—, Si no te hubiese conocido posee ese tono indie o minimalista habitual de las obras de Belbel, tanto en la forma como en el fondo. Esa es la mejor de sus virtudes, junto a un acertado reparto en el que sobresalen Unax Ugalde y Marta Hazas como la pareja de enamorados. El primero le aporta la necesaria vitalidad en las escenas pretéritas, cuando el espectador se siente cómplice de sus andanzas universitarias, su pasión por la vida y su descubrimiento del amor. Asimismo Ugalde pone toda la carne en el asador en las escenas más duras, aquellas que evidencian que ninguna relación es un camino de rosas. Por su parte, Marta Hazas echa el resto en el papel de la heroína romántica, tanto en su faceta de adolescente que abre los ojos al mundo como en los instantes más dramáticos del discurso. No en vano su Elisa es el faro que guía todo el montaje, según la concepción dramática del director, así como la encarnación del leit motiv que vertebra sus cien coordinados minutos. Junto a ellos, cumplen con nota los actores Óscar Jarque y Marta Santandreu. Él en su doble faceta de amigo y rival —según las diversas circunstancias en que fluye la historia—, y ella como amante y esposa. Leal y transparente en ciertos planos; hosca y suspicaz en otros. En cuanto a la técnica, baste decir que la sutil escenografía de Max Glaenzel marca el tono de un proyecto bien trabajado y con claro protagonismo del texto, donde la iluminación de Kiko Planas, apoyando las transiciones y demás vaivenes, resulta vital; así como el espacio sonoro de Ana Villa, cuya selección musical es exquisita. Apartado que se completa con el apoyo audiovisual de Emilio Valenzuela, que ayuda al espectador a zambullirse en la trama, y el sorprendente fondo de armario de Lupe Valero.