Una de las leyendas más conocidas de la tradición oral de Asturias, Castilla y León, Extremadura y, muy especialmente Galicia, es la que tiene que ver con el cortejo fúnebre de La Santa Compaña. ¿Te gustaría conocerla?

Conocida también como Huéspeda, Estadea, Güestía, Estantigua o Genti de Muerti, la Santa Compaña es una procesión de muertos o almas en pena cuya difusión hay que buscarla en las leyendas europeas surgidas durante la Edad Media.

No obstante, los orígenes de esta aparición milenaria pueden hundir sus raíces en creencias celtas que, en sagas y petroglifos, expresan rotundamente las apariciones de los espíritus nocturnos con una naturalidad pasmosa.

Dicho cortejo está formado por numerosas almas en pena que van organizadas en hileras, se presentan envueltas en sudarios, descalzas y con las manos heladas. A la cabeza va un ser vivo llevando una cruz y un recipiente con agua bendita.

Cada uno de los espíritus que la componen porta además una luz, pero esta es invisible al ojo humano, y tan sólo un característico olor a cera y el viento ligero que sopla a su paso nos avisan de la llegada de esta terrorífica comitiva. Cuentan que el portador de la cruz no puede en ningún momento volver la vista atrás, ni renunciar a su cargo. Por contra sólo quedará liberado de esta carga cuando encuentre a otra persona que le sustituya.

Algunos dicen que quien realiza esta labor, siempre durante la noche, no recuerda nada al día siguiente. Si acaso es su extrema palidez y silueta delgada lo que los distingue entre los suyos. Algo que se agrava con el tiempo hasta hacerlos enfermar y llevarlos a la muerte.

En el caso de un posible encuentro, lo más razonable es apartarse de su camino, rezar sin oír su voz o buscar un ‘cruceiro’ de piedra donde protegerse. Estos suelen tener la imagen de Cristo o la Virgen y su origen está relacionado con la cristianización de elementos paganos.

Más allá de los cruceiros —que sobre todo podemos encontrar en Galicia—, la tradición aporta otros métodos para huir de los espectros. Desde realizar un círculo en el suelo con una rama de olivo e introducirnos en él, a tumbarnos boca abajo o salir corriendo.

En cuanto a los «avistamientos» del cortejo en la Península Ibérica, estos no se reducen exclusivamente a Galicia y Asturias, sino que también se recogen en Zamora, Salamanca y la maragatería leonesa. Asimismo existen no pocas investigaciones de antropólogos locales y foráneos.

No obstante son las Rías Baixas gallegas las que cosechan el mayor número de avistamientos, especialmente durante las noches más «mágicas» del año: San Juan (23 al 24 de junio) y Todos Los Santos (31 de octubre al 1 de noviembre).