El 24 de mayo de 1989 se estrenaba en Estados Unidos una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, «Indiana Jones y la última cruzada», tercera parte de la saga del arqueólogo interpretado por Harrison Ford, con dirección de Steven Spielberg y producción de George Lucas. ¿Te gustaría descubrir algunas curiosidades sobre el rodaje?
Originalmente la peli se llamaba «Indiana Jones y el Rey Mono» y se ambientaba en un castillo encantado. Sin embargo George Lucas, que insistía en una aventura sobre el Santo Grial, convenció a Spielberg diciéndole que combinaría ambas fórmulas. Finalmente el tema escocés se quedó en un guiño, cuando Indy se las ingenia para colarse en la fortaleza de Brunwald (realmente el castillo de Bürresheim, Alemania) haciéndose pasar por «scottish».
El rey Hussein bin Talal y la reina Noor, por entonces monarcas de Jordania, asistieron al rodaje de las escenas en Petra, cuyo «tesoro» nabateo tallado en la piedra sirvió para introducir a los personajes en el último acto de la película. Pero la cosa no queda ahí, pues el rey incluso les prestó los cuatro caballos en los que Indy, Sallah, Marcus y el doctor Henry Jones cabalgan en la escena final.
Para rodar la escena de las catacumbas de Venecia donde Indiana Jones encuentra el sepulcro de Sir Richard, el caballero cruzado, fue necesario utilizar 2.000 ratas vivas. Steven Spielberg encargó que las criaran meses antes de la película, y las colocó amontonadas en el set. Por suerte, Alison Doody, la actriz que interpretaba a la doctora Schneider, no puso objeciones, mientras que Harrison Ford incluso jugaba con ellas en los descansos, pues en su juventud, cuando ejercía de monitor de campamento, había tenido ratas negras como mascotas.
Las escenas de la persecución con el tanque se rodaron en Almería gracias a que un miembro del equipo conocía la zona tras haber trabajado a finales de los sesenta en un Spaghetti Western. Asimismo filmaron en una playa de dicha provincia el momento en que Henry Jones (Sean Connery) espanta a las gaviotas con un paraguas y consigue librarse de uno de los aeroplanos nazis que les persiguen.
La mayoría de los uniformes nazis utilizados en la película eran reales. Los diseñadores de vestuario, Anthony Powell y Joanna Johnston, los encontraron en Rusia, y se pueden apreciar especialmente en la escena de la quema de libros de Bebelplatz. Por cierto que esta barbarie ocurrió en 1933 y no en 1938, que es cuando se ambienta la película, pero a Spielberg y Lucas les pareció divertido introducir a Indy obteniendo una firma del mismísimo Hitler en el diario de Grial.
El cáliz que elige Indiana Jones para salvar a su padre, y al que se refiere como «la copa de un carpintero» jamás podría haber sido utilizada por Jesucristo. La razón es que era de madera, un material poroso que los judíos no utilizaban para beber por ser impuro. Lo correcto hubiese sido hacerlo de piedra. De hecho, tanto el Santo Cáliz de Valencia como el Cáliz de doña Urraca, a los que algunos señalan como el verdadero Grial, están tallados en ágata (ónix).
El Indy joven que aparece en el prólogo de la película tratando de conseguir la Cruz de Coronado fue interpretado por River Phoenix por recomendación de Harrison Ford. La razón es que ambos habían actuado juntos en «La costa de los mosquitos» (1986), donde el hermano de Joaquin Phoenix, tristemente desaparecido cuatro años después de rodar «La última cruzada», hacía de hijo de Ford.
Alison Doody, la actriz irlandesa que interpretaba a la doctora Schneider tenía únicamente 21 años cuando rodó la película. En el guion original su personaje alcanzaba los 29 años, pero fue escogida para el papel al demostrar su valía en el casting. Esta es la razón por la que, cuando Indy se entera de que su padre ha tenido una relación con ella, se lo increpa diciendo que «podía ser su padre e incluso su abuelo». Curiosamente, Sean Connery tuvo que convencer a George Lucas de la relación de la joven con los dos Jones, algo no contemplado en el guion, pero que buscaba la comicidad.