El polifacético Moncho Borrajo regresa a Sevilla con «¡Qué miedo, mamá!», una divertidísima propuesta donde el humor, la crítica social y la música son el instrumento perfecto para homenajear a las madres. Hasta el domingo 18 de noviembre en el Teatro de los Remedios

Decía el filósofo Stuart Mill que «la originalidad es la única cosa cuya utilidad no pueden comprender los espíritus vulgares». Afirmación que se ajusta como un guante al personaje a quien dedico estas líneas. Y es que Ramón Borrajo Domarco, nacido en el municipio orensano de Baños de Molgas hace casi siete décadas, ha hecho de la originalidad un modo de vida. Podrán gustarnos más o menos sus chistes, resultarnos agradables o molestas sus imitaciones, hacernos reír a carcajadas con sus guiños sexuales o no lograr despertarnos ni una sonrisa con sus dobles sentidos —el libro de los gustos afortunadamente sigue en blanco— pero no cabe duda de que Moncho Borrajo es un tipo absolutamente original que a nadie deja indiferente. Para empezar, y en contra de lo que muchos prejuiciosos pudiesen pensar, posee una formación académica notable, cursando las carreras de Arquitectura Técnica y Bellas Artes e iniciando una andadura artística en la música, donde ha compuesto canciones tanto en gallego como en castellano. Pero es que además, el polifacético artista ha publicado cuentos y novelas, escrito obras de teatro —algunas de ellas con una importante carga política— y realizado caricaturas. Y no contento con eso, actualmente administra un blog titulado ‘El petirrojo y yo’, vende libros, pinturas y serigrafías online, atiende con pulcritud sus redes sociales y habla con fluidez el italiano y el catalán. Ahí es nada.

Un contratiempo inesperado

Residente en Vigo y con una carrera consolidadísima a sus espaldas, esta semana trae a Sevilla su último espectáculo, ¡Qué miedo, mamá!, con el que lleva varios meses recorriendo con éxito la geografía española —desde La Coruña a Zaragoza, pasando por Albacete—, y que en esta ocasión recala en el Teatro de los Remedios, vulgo los «Padres Blancos». Basado inicialmente en el miedo, en su forma más clásica difundida por el cine y el teatro, ¡Qué miedo, mamá! rompe con el esquema habitual de sus anteriores montajes —véase Golfus Hispanicus o Madre mía, cómo está España— y nos muestra a un personaje real, el propio Moncho, que se ve obligado a posponer el inicio de la función al encontrarse enfermo. Al tratarse de un contratiempo inesperado, y con ánimo de entretener al respetable para que no abandone el recinto, una mujer irrumpe por sorpresa entre el público. Esta no es otra que doña Dina, la propia madre del artista —personaje interpretado por Borrajo— cuyo despliegue de experiencia, socarronería gallega y dotes musicales convertirán el repentino show en un triunfo absoluto.

Icono de la escena

Con guión y dirección del propio showman —es la primera vez en cuarenta y seis años de carrera que se enfrenta a un personaje femenino—, ¡Qué miedo, mamá! es un necesario homenaje a las madres de la guerra y la posguerra que aúna todas las facetas de su repertorio: ruptura de la cuarta pared, en la que demuestra un dominio absoluto, improvisación fresca y directa, crítica social ingeniosa —desde los partidos políticos a Masterchef—, tributos a la revista musical y el cabaret más picante, y un siempre agradecido epílogo final que nos mueve a la reflexión. Un cóctel explosivo y de rabiosa actualidad que roza las dos horas y media de duración —ojo a este impresionante dato— y que confirma al orensano como uno de los grandes iconos de la escena nacional. De hecho incluso podría comparársele con rostros inolvidables de nuestra dramaturgia como Quique Camoiras, Pedro Osinaga o Juanito Navarro, cuya capacidad de conectar con el público iba más allá de modas y épocas, y hasta con un mito incombustible como Raphael —ambos nacieron en la misma década—. Eso sí, la ironía ácida, el humor inteligente y la extraordinaria valentía de Moncho no sólo le alejan de cualquier etiqueta, sino que le convierten en un ejemplar único e irrepetible… aún sin bigote.