Este viernes 22 llega a las carteleras «No te supe perder», ópera prima de Manuel Benito De Valle inspirada en la novela homónima de Salvador Navarro. Una película sobre «mujeres fuertes» que, pese a su ajustadísimo presupuesto, retrata la violencia machista de un modo tan crudo como original

«Haz lo que puedas, con lo que tengas, estés donde estés». Esta frase, pronunciada por Theodore Roosevelt en los albores del siglo XX, bien nos podría servir para introducir las siguientes líneas sobre No te supe perder, la cinta andaluza que se estrena esta semana en nuestros cines, tras siete años en un cajón. Y es que, como bien indicaba el presidente norteamericano, en cualquier empresa que se precie siempre es preferible tirar hacia delante, con los medios que uno disponga, que dar un paso atrás o arrojar la toalla antes de tiempo. Eso es lo que hicieron Salvador Navarro y Manuel Benito De Valle, los máximos responsables de la película que llega este viernes a las carteleras tras su paso por varios festivales. Un difícil proyecto cuya génesis hay que buscarla en la novela homónima publicada por Navarro en 2010 y que la prensa especializada tildó de «coral» y «de relaciones destructivas». Dicha obra, que llegó a finalista del XIX Premio Internacional de Novela Luis Berenguer y logró poner de acuerdo a crítica y público —nada sencillo en los tiempos que corren—, movió a su autor a plantearse una posible adaptación a la gran pantalla, algo que empezó a tomar forma en 2011, tras conocer a Benito De Valle en el Festival de Cine Europeo. Lo que en un principio parecía una utopía —financiar una película prácticamente desde cero—, pronto se convirtió en una realidad a través del crowfunding o micromecenazgo; o lo que es lo mismo, mediante donaciones económicas y/o participaciones de manera altruista, siendo la primera en Andalucía y la segunda en toda España en producirse de este modo. Así, al tándem Navarro-Benito De Valle poco a poco se fue sumando un nutrido grupo artístico y técnico que alcanzaría los 150 miembros. La cifra inicial de 20.000 euros también se obtendría en la fecha prevista, de ahí que el rodaje arrancase en septiembre de 2011 en localizaciones de Sevilla y Cádiz.

 

Una película sobre mujeres fuertes

Tras cinco meses de rodaje, un sinfín de anécdotas y una labor casi «de reescritura» de la obra original en la sala de montaje —estimable el trabajo de Bárbara Pérez—, No te supe perder se enfrentaba a su mayor escollo, la distribución. Algo que la mantendría en el dique seco hasta el 3 de septiembre de 2018, cuando por fin pudo estrenarse en el marco del VI Festival Internacional de Cine de Kosovo, dejando buenas sensaciones. Días después, la cinta se vería en una primera sala española durante el XXVII Festival de Cine de Madrid, repitiendo la experiencia en Sevilla, a modo de preestreno, durante la cita europea del mes de noviembre. ¿Y qué cuenta esta historia ambientada en nuestra ciudad y cuya estructura no es nada convencional? Pues básicamente «se trata de una película sobre mujeres fuertes y complejas que tratan de ser libres, pero la trama la hilvanan dos hombres», en palabras de su director. «Uno es un joven que ha recibido una herencia de resentimiento y estupidez, el otro es alguien que no ha sabido tomar las riendas de su vida y pretende culpar a su mujer por ello».

 

Marisol Membrillo como baza

Un tema nada agradable y desgraciadamente de actualidad —el de la violencia machista— que nos lleva a adentrarnos en la mente de un sociópata en torno al cual orbitan todas las tramas. En este sentido, tanto la novela como la película remiten a otros títulos de referencia, como La segunda mujer, de Luisa Castro, 2666 de Roberto Bolaño, e incluso Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina —cuyo personaje principal recuerda en ocasiones a Yann, el protagonista de nuestra historia—. Si bien, el discurso de Salvador Navarro destaca por su original desarrollo, a modo de caja china, que le confiere un tono de domestic noir, tan de actualidad, rematado por un final de los que dejan la boca abierta. Algo que permite a Benito De Valle construir un proyecto visual solvente cuyo protagonismo absoluto lo tienen los actores. En este apartado destaca la actuación de Marisol Membrillo (El Comisario, Cuéntame), actriz cordobesa que hemos visto crecer en y desde Andalucía, y cuya interpretación de Lucía roza el sobresaliente. Ella es sin duda la mejor baza de No te supe perder, junto al encomiable trabajo de Aníbal Soto —otro gran actor de la tierra—, la poderosa presencia de María Luisa Barrera y el descubrimiento de Elena Larios. Mención aparte merece el gaditano Hieman Casado que convence en su rol de Yann, pese al excesivo histrionismo de algunas de sus escenas. Y es que No te supe perder es un producto incómodo en el que no existe espacio para las concesiones, si acaso los bellos planos aéreos de la provincia de Cádiz, los cuales suponen un leve respiro ante tanta crudeza. Entre los puntos débiles de la producción, meritoria en todos los sentidos, figuran el uso no siempre acertado de la música, ciertos diálogos literarios que cuesta creer en boca de algunos personajes o la insistencia en los desnudos. Si bien esto último puede justificarse por razones inmersivas, ya que las cargadas atmósferas que recrea Benito De Valle —plagadas de sexo, alcohol y drogas—, no son precisamente fáciles de realizar. En suma, con este título el cine andaluz confirma sus posibilidades de realizar proyectos dignos y de interés general al margen de las cifras —sirva como ejemplo el fenómeno Solas, que ahora cumple 20 años—. Y es que pocas veces se puede contar con los cuatro millones de euros de El Reino o los siete de Superlópez, presupuestos astronómicos frente a los 23.500 euros escasos que costó esta aventura. A eso se le llama hacer cine con lo puesto.